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:: El adiós a la inocencia

El cine argentino no volverá a ser el mismo a partir de Carlos Hugo Christensen. Tomaremos dos de sus films: “Safo, historia de una pasión” (1943) y “El ángel desnudo”(1946) respectivamente, para ilustrar con ellos la revelación del erotismo en el melodrama.



“Safo, historia de una pasión”

Esta adapación de la novela de Alphonse Daudet, fue un éxito tanto en Argentina como en otras partes del mundo. En Bs. As., por ejemplo, permaneció un año en cartel. Resulta casi tan complejo analizar el por qué de un éxito como realizarlo. No existen fórmulas infalibles por más que algunas puedan funcionar y repetirse hasta el hartazgo. Lo que es innegable es la gran cantidad de información que nos brinda de su época. Un éxito podría tal vez pensarse como un termómetro de su tiempo. Y en el caso de Safo, la temperatura era alta. Evidentemente mucho era lo guardado, y esto es lo que el nuevo melodrama de Christensen vino a revolver.
El mismo director: "Yo me propuse con Safo hacer una película en la que la gente pudiera sino ver, al menos sentir que las relaciones sexuales, la pasión, que es algo muy distinto del amor, podían arrastrar a la gente joven y que resultaba muy placentero el dejarse llevar, aunque, naturalmente, tuve que elegir a Alphonse Daudet y adecuarme a los cánones vigentes. Ese dejarse llevar tenía, por fuerza, un castigo". (1)
Esta combinación de crimen y castigo tan propia de la cultura occidental, está presente en todo el film. Y es sin duda su carga más corrosiva. Como lo indica el realizador, era esta “falta moral” la que había que encuadrar y disfrazar. Y es este goce el que se respira a lo largo de todo el film.

El erotismo surge así unido a lo prohibido, a lo incontrolable, a la pasión. Una pasión devoradora que consume las fuerzas, más allá de todo. con el peso de la tragedia. La frontera entre razón y pasión se conjuga con la mujer para casarse por un lado, Irene (Mirtha Legrand) y la amante, que encarna el placer físico Selva (Mecha Ortiz). No se trata en este caso de una oda al amor sino, por el contrario, una apología de la pasión. Al dejarse llevar, aunque sobrevenga inevitable el castigo. El juego es el todo por el todo. Y aquí radica lo terrible, lo fatal.
Selva (Mecha Ortiz) no es sólo la amante madura y experimentada, sino también la que atrapa a Raúl (el actor fetiche de Christensen, Roberto Escalada) enredándolo por completo. Raúl elige, o no puede dejar de elegir, el fuego que lo incendia, dejándolo todo. Madre de Raúl (Gertrudis): ”Estarás bien aquí, ayudando a tu padre. Para qué ir a Buenos Aires, tan lejos...”
Él, un provinciano del interior (Mendoza) deja “el campo” y se dirige como tantos en la época, a la ciudad. La ciudad es el hervidero donde circulan y se entremezclan las tentaciones y pecados. Raúl es en un principio el joven arrivista del que tanto habla la literatura europea del siglo XIX, aquel que quiere triunfar en la gran ciudad, casi a cualquier precio. Como el Julien Sorel de “El rojo y el negro” de Stendhal o el Rastignac del “Padre Goriot” de Balzac. Se dirige a la urbe a buscar un consulado, que le permitiría viajar, lo que él expresa como su mayor ilusión.
Cuando se despide en su casa y parte con su tío, ayudante que le presentará al padre de Irene para su futuro laboral, se escucha como un eco “¡Qué Dios los haga unos santos!” Pero el tío que acompaña a Raúl vivió en sus épocas de estudio en laBuenos Aires, y vive con ella, absoluta herejía. Raúl conoce la escultura de Safo en el cuarto de éste. Cuando todavía resuena en nuestros oídos la citada exclamación, se abre ante nuestros ojos el siguiente plano, fiesta de carnaval en la capital, y el tío lleva puesto un disfraz de Diablo.

Tío : ”¡Vamos a buscar dos menores para divertirnos!” Y cuando presenta a su sobrino al anfitrión de la fiesta: ”Raúl viene a conquistar Buenos Aires”.
El viaje de Raúl es, sin duda, un viaje de conquista, hasta que es vencido y absolutamente dominado.
Es en esta misma fiesta donde Selva, la Safo viviente, intercepta a Raúl, su presa. Sin mayores rodeos: “Estás solo aquí”.

Notas:

(1) Frase de Christensen a Olga Zubarry extraida de la nota “Caídos en el infierno” de Abel Posadas. Filmonline N 38.


Por Natalia Weiss (nataliaw@solocortos.com)
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