Albertina Carri deja de ser una promesa con este original documental sobre sus padres desaparecidos.
“Los Rubios” es el segundo largometraje de Albertina Carri (30), ya que en la edición de 2000 del BAFICI había presentado “No quiero volver a casa”. Se dice que lo difícil para un director no es hacer su ópera prima –para la cual se estuvieron preparando “desde siempre”-, sino la segunda película. Carri sale airosa del desafío, con un nuevo trabajo que supera largamente al anterior.
“Los Rubios” es un ensayo-documental, en el cual la directora aborda la desaparición de sus padres durante la última dictadura militar, con un enfoque original. El relato conjuga la ficcionalización del proceso creativo del documental, en el cual la actriz Analía Couceyro personifica a la misma Carri en el presente, con imágenes de la directora y su equipo, en la cual se mechan distintos testimonios de personas que conocieron a la pareja, y vecinos. A esto hay que sumarle otros recursos del lenguaje cinematográfico, como animaciones con los famosos muñequitos Playmobil.
¿Pero qué es “Los Rubios”? ¿Un documental testimonial, un largo de ficción, una autobiografía? Es todo eso, y mucho más. El desdoblamiento entre Carri directora/Carri personaje, le permite a la película abordar el dolor de la ausencia, los recuerdos y su reconstrucción sin hacer que el peso emotivo obstaculice al espectador para mantener una mirada crítica. Una de las riquezas del film radica en la alternancia entre la tercera y la primera persona en el relato.
Otro valor agregado del film es que se aparta de un modelo “políticamente correcto” para contar la historia, pese al patético intento de un comité del INCAA de “proponer” un enfoque diferente, hecho que se narra en la película. El sociólogo Roberto Carri y su esposa, la licenciada en Letras Ana María Caruso, militantes de la izquierda peronista y secuestrados por fuerzas represivas en 1977, permanecieron un tiempo en cautiverio en el campo de concentración “El Sheraton” y hoy integran la larga lista de desaparecidos. Si bien esto queda claro en el film, no se hace un especial énfasis en la lucha militante, en poner a los personajes en un pedestal heroico, sino que se trata de ver su costado más cotidiano pero, por sobre todo, cómo su hija menor busca enfrentarse al vacío que le dejaron. Carri no intenta mostrar una verdad, sino de construir su subjetividad sin maquillarla, evitando los golpes bajos. Esto se ve reforzado por el hecho de mostrar, mediante el uso de diferentes cámaras, el proceso de filmación de la película.
Una de las “perlas” de esta película es la animación con muñequitos Playmobil, símbolo de la infancia para toda la generación de nacidos en los setenta. A través de este original recurso, se articula un recuerdo en el cual se ve a la familia en pleno, en distintas situaciones cotidianas, donde la felicidad no era una utopía sino una realidad tangible en ese imaginario infantil. De hecho, en toda la película no se ven fotos de la pareja, una forma de remarcar esa ausencia. Sólo se los representa a través de los muñequitos o a través de unas pelucas rubias. El título alude al testimonio de una de las vecinas -a través de la cual se mantiene vigente el “no te metás” o “nosotros no teníamos nada que ver”- que sostenía que todos los integrantes de la familia eran rubios. De hecho, sólo una de las hermanas Carri es blonda.
Si bien la película no es homogénea y tienen sus altibajos, los últimos 10 minutos son imperdibles, donde la emoción está a flor de piel. Con el tema “Influencia” de Charly García de fondo, la película termina mostrando a la misma Carri y a su equipo de rodaje como un grupo de lazos sólidos. Como a una familia.
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