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:: Dulce melodrama

“Miel para Oshun” de Humberto Solas. (2001)

      “Miel para Oshun” es la primera película filmada por este director luego de un silencio de más de una década.
      Es inevitable realizar previamente un retroceso a 1968, año en el cual se estrenaba “Lucía”, film emblemático de este director. Y también, hacer una suerte de paralelismo comparativo con este film y con nuestro estreno actual.
      El planteo de “Lucía” es simple y por lo cual, doblemente interesante. Tres mujeres, precisamente tres Lucías, en tres épocas diferentes de Cuba, 1895,1932 y 196..., respectivamente. Y en estas tres historias, con una unidad intrínseca, vemos los mejores rasgos del género tal vez más bastardeado, el melodrama. De hecho, la pasión de estas mujeres propias del romanticismo, y sus historias de amor y de muerte, son un vehículo perfecto para graficar la otra historia con mayúsculas, la historia cubana.
      En el caso de “Miel para Oshun”, el planteo también es sencillo, un cubano que emigró de pequeño, raptado por su padre, a Miami, dejando atrás a su desahuciada madre, así como a su madre tierra, su Cuba natal.
      Sin estar informado de “el secuestro” de su padre, Roberto (Jorge Perugorria), y a la muerte de este, vuelve a Cuba para enhebrar su pasado e intentar conformar su identidad quebrada. Al enterarse por su prima de lo que realmente ocurrió, cuando el creía que había sido abandonado por su madre, se lanza junto a ella y un nuevo compañero circunstancial, en su búsqueda.
      Lamentablemente, el melodrama aquí planteado no logra los niveles de emoción, liviandad e intensidad de la histórica “Lucía”. En este caso, el tono excesivamente declarativo, a diferencia de la profundidad expresiva de su antecesora, provocan un distanciamiento en el espectador. Y llenan de palabras las imágenes que podrían por sí mismas ser mucho más significativas.
      Sin duda, el recorrido por las calles cubanas y su gente es siempre un respiro de gracia y frescura. Pero en el caso de “Miel para Oshun”, los discursos dulces y sentimentales recargan y ahogan tal vez el gusto del melodrama.

Por Natalia Weiss (nataliaw@solocortos.com)
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