Documental Ficción Experimental Animación Musical
 
SoloCortos.com Escribe

:: Los tres berretines

Cine, tango, fútbol...

Angel Mentasti era corredor de vinos por Buenos Aires y Santa Fe. Junto con las muestras de la bebida, llevaba y traía los títulos de cintas que un amigo distribuía. De esta anécdota a Argentina Sono Film hay sólo unos pocos años. Dicha empresa contrata a jóvenes como Azucena Maizani, Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Mercedes Simone, Tita Merello, Pepe Arias, Alberto Gómez, Alicia Vignoli, Juan Sarcios y algunos otros que quedan eternizados en Tango (Luis J. Moglia Barth, 1933), film con el que se identifica la primer producción sonora argentina. Una película cuyo valor principal eran las voces de quienes se convertirían en los grandes cantores de la música nacional. Pero Los tres berretines (Enrique T. Susini, 1933), producción de Lumiton (“Luz y sonido”) de 1933, tenía un argumento que excedía en mucho, narrativamente, a su contemporánea. Era una obra teatral de Malfatti y De Las Llanderas que tenía el atractivo principal, justamente, de los tres berretines: el tango, el fútbol y el cine.
Algunos de sus intérpretes no pudieron vencer el modelo de actuación propiamente teatral y se nota en los parlamentos de, por ejemplo, Luis Arata y Luisa Vehil; pero otros, como Luis Sandrini, verían en esta película su consagración en el mundo del cinematógrafo. Juntos, retratan todas las fórmulas del cine de la época: el barrio, la amistad, la familia, el boliche, los muchachos, la jovencita para conquistar, la mezcla de rasgos culturales y los acentos en la clase media.
La película empieza con los pibes de barrio jugando a la pelota en la calle. Y, detrás de ellos, el sueño de muchos, de todos. El cine que hacía a las mujeres suspirar por hombres inalcanzables, el tango que Eusebio no puede escribir porque no sabe de música, pero que puede silbar porque lo tiene en el corazón y el fútbol que parecía una excusa para no laburar. Pero la película puede hacer carne también las ilusiones del arquitecto, el otro hijo de la familia, que sueña con ganar un concurso con su proyecto. Y no cree que todo pueda ser por contactos -¡Cuñas!, le dice un compañero de trabajo.
-Ese maldito cine, dice el hombre de la casa cuando llega al hogar después de, la muchas veces, ingrata jornada y no hay nadie para que le haga un plato de comida. En el mejor de los casos, obtendrá una lata de conserva. Ya nadie come en la familia, entre los vagos y las dietas.
El cine hace soñar a las mujeres de la familia; las hace vivir historias que no son como las de ellas, ni siquiera las ilusiones de los protagonistas les pertenezcan. El film deja ver la salida del cine en la época en que ir al cine era un acontecimiento. Sobre todo, si había cerca algún amigo francés como el joven Pololo para disfrutar de la película aún cuando se hubiese terminado, sin intelectualizar demasiado.
Pero el padre quiere que sus hijos trabajen, como el arquitecto. Quiere que lo ayuden en el negocio, les quiere cortar los víveres. -¿Y el tango que estoy haciendo?, pregunta Sandrini, indignado, como si su padre no pudiera comprender su arte. Y cuando llega Lorenzo que se la pasa todo el día jugando a la pelota, la discusión familiar se hace inevitable: -Mi porvenir está en el fútbol (...) Me iré (...) Ya encontraré donde morfar.
El ansia porque se conviertan en hombres de bien, ciega al padre porque no soporta que sus vástagos sean unos vagos pero sabe que el pibe es bueno... y guarda los recortes de diario a escondidas. Una adocenada clase media con valores cristalizados, congelados que dejan poco lugar a la pasión. Una pasión que hay que dejar salir del corazón con la música, una pasión que hay que coleccionar sin vergüenza.
Al arquitecto, a Eduardo, lo echan del trabajo. Deben prescindir de sus servicios, arruinando su futuro y su amor. Escribe una carta de despedida a Susana cuando se siente poco hombre por no poder ofrecerle una vida digna, una vida “como Dios manda”.
Eusebio obtiene su tango. Después de que un italiano lo estafara con una tarantela que poco tenía que ver con “Araca la cana”, el joven se emociona cuando tiene un papel con una música que antes sólo estaba en su alma. Pero no tiene todavía palabras que ponerle y por un café con leche harán que “El poeta” le ponga versos a su sublime melodía. Pero no pueden ser suntuosos sino que el poeta debe ganarse el desayuno de otra manera: -Buscaré versos pedestres, dice. Y así sale un verdadero tango.
Las mujeres cambian el cine por otra salida. Van a la final del campeonato donde juega Lorenzo. –¡La Madre de Dios! ¡Qué espectáculo!, dice el abuelo preparándose. Las imágenes de la cancha llenan la pantalla y los sonidos del gran acontecimiento llegan a la casa. Y, claro, el abuelo iba preparado: una gomera, una piedra y una herradura de la suerte son los primeros objetos que salen de su saco. La semana anterior le había abierto la cabeza a uno pero su justificación es prolija: -Si no se la abro, hace gol.
Y ahí queda solo. El hombre que recortaba los diarios buscando el nombre de su hijo pródigo, no puede perderse esta fiesta. –Yo no aguanto más, dice y empieza a cambiarse para ir a la cancha. Los tres berretines elige un escenario particular y no casual para sus escenas finales. No puede entrar a la cancha porque los fanáticos se agolpan en la entrada y termina trepado de una antena con otros dos, como tantos. Sin ser la manera más cómoda, tal vez sea la manera adecuada para gritarle a su estrella. -¿Quiere usted aprender astronomía? No sea vago y estudie. Instituto Galileo. Dice oportunamente el relator del partido.

Si ganan el partido, Eduardo, será el encargado de construir el nuevo estadio. Pero nada tendrá sentido si no corre hasta el barco en el que Susana se va a Europa. Mientras él la recupera, el tango de Eusebio es un éxito pero, como el abuelo sigue sin poder competir con las estrellas del cine, es mejor quemar con el cigarro la foto del galán que su esposa nunca dejará de besar.

Ficha técnica:
Dirección: Enrique T. Susini.
Guión: Arnaldo Malfatti y Nicolás de las Llanderas.
Intérpretes: Luis Arata, Luis Sandrini, Luisa Vehil, Florindo Ferrario, Benita Puértolas, Héctor Quintanilla, Malena Bravo, Dolores Dardés, Miguel Ángel Lauri, Luis Díaz, Dora del Grande, Mario Danesi, Homero Cárpena, Mario Mario, Trío Foccile, Marafiotti, Troilo, Miguel Leme y la orquesta de Osvaldo Fresedo. Fotografía: John Alton.
Música: Enrique Delfino con fragmentos de temas por la orquesta Duke Ellington.
Dirección musical: Isidro Maiztegui.
Escenografía: Ricardo J. Conord.
Montaje: Francisco Mugica.
Producción y distribución: Lumiton. *

* Datos extraídos de R. Manrupe / M. A. Portela, Un diccionario de films argentinos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2001.


Por Natalia Taccetta (natalia@solocortos.com)
© Todos los derechos reservados

Versión para impresora





Quienes somos Descargas Enlaces SoloCortos.com RSS Condiciones de Uso

¿Noticias sobre cortos y cine?
Registrate aquí

SoloCortos.Com
SoloCortos.Com
SoloCortos.com