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:: Entrevista al realizador Daniel Farriol

Nacido hace unos 30 años en Terrassa, una población cercana a Barcelona, Daniel Farriol se dedica al cine amateur con la ilusión de “dedicarme profesionalmente a esto. No ser un cineasta a tiempo parcial.” Según él mismo cuenta, sus cortometrajes no han hecho otra cosa que hacerle perder dinero pero no es suficiente para alejarlo de su pasión por el cine. Pasión por la que no compiten su gusto por la buena música y por la pintura de Van Gogh.


      Daniel se dedica intensamente a la producción y asegura que “estoy en mis inicios en el mundo del cine, llevo unos siete años haciendo cortometrajes”. Escribe desde chico y dice que le costó animarse a la labor creativa hasta que “adquirí la seguridad necesaria para convencerme de que mis historias podían ser escritas para ser leídas [...] Todo eso se conjugó con mi pasión creciente por el cine y así empecé a consultar libros para saber como se escribía un guión y ponerlo en práctica con alguno de mis relatos. Fue en 1996, cuando a través del Cine-Club Nickelodeon de Terrassa, mi ciudad natal, pasé de la escritura a detrás de las cámaras. El Cine-Club lo habían creado poco antes un grupo de jóvenes cinéfilos que se encargaban de proyectar películas en formato de vídeo cada domingo en una antigua sala de cine de una asociación cultural [...] así fue como nació mi primer cortometraje “La Travesía Imaginaria”, una historia de gángsters demasiado influenciada por el “boom” Tarantino, fabricada con medios y conocimientos escasos, pero que sirvió como primer contacto real con un rodaje”
      Su formación fue básicamente autodidacta hasta que “empecé a cursar estudios de realización cinematográfica en una escuela privada de Barcelona”. Pero descubrió que la escuela no cumplía con sus promesas y se dio cuenta de “que aprendía mucho más en nuestros pequeños y torpes rodajes”. Evidentemente no pasa solamente en Argentina.
      Considera que cada uno de sus proyectos es distinto. “A veces escribo con la intención explícita de hacer una historia de género, pero otras veces prefiero investigar y mezclar distintos géneros, en otras ocasiones, es simplemente la historia la que toma forma y decanta sin predisposición.”
      Asegura que le gusta todo tipo de cine y que, su propia vida lo elige en cada momento. “Me interesa el cine y ahí quedan incluidos todos los géneros.” Por ejemplo, el western no le interesa especialmente pero “western crepuscular de Sam Peckinpah o de Clint Eastwood me encanta” Prefiere no entrar en la discusión, muchas veces parásita, de si el cine es o no arte, ni hablar de la reproductividad del arte, del aura del autor y dice “el cine para mi es una forma de aprender, de descubrir, de sentir... Y tampoco se trata de transformar la realidad, es una herramienta que te permite reflexionar sobre ella.”
      Al reflexionar sobre el panorama actual del cine de su país opina: “Por suerte, creo que en los últimos años el cine español cada vez va mejor. Durante muchos años estuvo muy desprestigiado incluso por la gente de nuestro país, pero poco a poco las cosas van cambiando y nuevos talentos han surgido de nuestro país como Alejandro Amenábar o Julio Medem, que elevan el nivel de nuestro cine.” Con humildad pero no sin ilusiones “No creo que mi cine pueda suponer un gran cambio en esta evolución ascendente, pero sí que me gustaría conseguir ofrecer un cine con personalidad propia que se convirtiera en un nuevo vértice del panorama actual, que no siguiera una corriente existente o un estilo ajeno.”
      A la hora de soñar tiene entre los primeros puestos de la lista “Hacer una película protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón y Jordi Mollà, y que guste tanto a crítica como a público. Eso me permitiría seguir haciendo cine.” Impidiendo que las pretensiones dominen su trabajo, Daniel enuncia algunos temas de su interés como la identidad, la soledad, la locura, “el romanticismo decadente, las distintas realidades en historias paralelas, el tiempo como inductor de cambios...” Y todavía no le preocupa el tema del público. Daniel se dirige a quien sea capaz de apreciarlo. “No considero que tenga un público. Sí espero que haya determinada gente que se pueda identificar o que se conecte con lo que cuento, pero para eso debo tener completamente definida mi personalidad como artista, algo que acabo de empezar a gestar.” Trabaja actualmente en otro cortometraje pero no descarta el salto al largometraje. Aún lo ve “algo lejano, he de sentirme completamente seguro para hacerlo y además tener los apoyos necesarios para conseguirlo, lo cual es bastante difícil con la crisis existente en estos momentos.”
      Como la más alta de sus aspiraciones en relación al cine comenta “Me gustaría que mi trabajo le llegara a la gente, que hubiera personas que se pudieran emocionar o les hiciera reflexionar sobre algo, pero tampoco es algo que me obsesiona. Soy consciente de que suelo hacer un tipo de cine que no es demasiado comercial, salvo excepciones, pero no quiero renunciar a tener una visión propia y convertirme en un estereotipo para hacer películas que hagan dinero. Mi objetivo principal del cine es hacer arte, no negocio. Y claro, mi sueño, poder ver algún día un largometraje estrenándose en las pantallas de medio mundo.”
      Hasta la fecha ha realizado 13 cortometrajes: 4 comedias “No me toques los bytes” (1999), “Martini’s Boys” (1999), “Casi Humano, Hermano” (2001) y “Minipimer Man” (2001), 3 cortometrajes de terror a saber “Moribundos” (1997), “El coleccionista” (2000) y “Ö” (2002), éste último de 60 minutos, aunque existe una versión de 30 que se ha podido ver en el festival Buenos Aires Rojo Sangre. Otros 2 de cine negro “La Travesía Imaginaria” (1996) y “Misteriosa” (1997). Él mismo asegura que el resto es de difícil clasificación “por ser más personales, aunque casi siempre con un toque dramático y pesimista” que son “Habitaciones de Alquiler” (1998), “Tierra de Calabazas” (2000) y “Extraños” (2001).
      En SoloCortos.com se pueden ver cuatro cortos cuyo proceso Daniel define como bastante curioso.
“Están realizados específicamente para un concurso de Super-8 que se realiza anualmente en mi ciudad, para el que hay que rodar una historia de tres minutos (el tiempo que dura un rollo de película Super-8), muda y sin ningún tipo de montaje, ya que hay que entregar el rollo sin revelar, con lo que los planos de los cortos están rodados secuencialmente y a una sola toma. Posteriormente, intento editarlos en vídeo arreglándolos un poquito. En “Moribundos” experimentamos con la noche americana y además fue nuestro primer corto en Super-8. En “El Coleccionista” hice distintas pruebas con la iluminación que no salieron como esperaba, además tuvimos varios problemas con planos desenfocados, lo que me limitó bastante para conseguir un cortometraje coherente al pasarlo a vídeo. Fue el que más trabajo nos dio de los cuatro. Las dos comedias, prácticamente no necesitaron ningún retoque y están colgadas en la página tal y como fueron concebidos, excepto los créditos de “Minipimer Man” que se hicieron por ordenador.”

Minipimer Man (2001)
      Sin demasiadas pretensiones, pero con claridad de ideas y recursos, el film resulta una parodia a los cuentos infantiles con los que todos hemos crecido, a la misoginia, al avance desmesurado de la ciencia, incluso al cine bizarro y a la sociedad en general. Bueno, tal vez sí tenga algunas pretensiones. La anécdota: un joven que, después de sufrir un accidente (que, nada menos, mezcla sus moléculas con las de un electrodoméstico), se reinserta en la sociedad al final de una tibia venganza. Los puntos más fuertes: un humor original, el tratamiento cuidadoso de las ideas y recursos, y el lejano recuerdo a El joven manos de tijera (Edward Scissorhands, Tim Burton 1994) que disfrutáramos hace unos años. “Minipimer Man” es una parodia de varias películas de cine fantástico y de terror, como “Eduardo Manostijeras”, “La Mosca”, “Frankenstein” y el cuento de la Caperucita Roja. No tuve ninguna influencia a la hora de escribirlo. Es mucho más fácil parodiar algo existente que crear un referente que pueda ser parodiado”.
      A pesar de la destreza que demuestra este corto, el propio autor refiere: “A decir verdad, el cine bizarro o “casposo” no me interesa casi nada. Si hice “Minipimer Man” fue para probarme en distintos géneros, no ponerme barreras y ver si era capaz de hacer cosas distintas cada vez. Digamos que este corto es la antítesis de lo que realmente quiero hacer, aunque la paradoja es que éste ha sido el más exitoso de los que he hecho”.

El Coleccionista (2000)
      Un hombre de lentes oscuros en un evidente “malo”. Las escasas notas de un piano acompañan a este corto completamente mudo y crean un clima de nerviosismo y suspenso que se completa con una víctima lisiada. Sin embargo, nada es agresivo; todo es puro clima.

Martini's Boys (1999)
      Lo que empieza siendo el episodio dos hombres recios pronto se convierte en una especie de comic dentro de un bar en el que se van descubriendo con humor, algunos grandes clichés del cine. Toda aquella mirada o actitud que uno podría reconocer en cualquier película de “buenos muchachos” deviene aquí en anécdota graciosa para terminar con un gran broche final.

Moribundos (1998)
      Con gran prolijidad, la inspiración romántica se adivina desde el primer fotograma. El ambiente enrarecido por el que conocemos a una pareja de excursionistas, no nos deja demasiados tranquilos. Es tal vez el cortometraje donde pueden reconocerse más acentuados los rasgos de género.

Por Natalia Tacceta (Natalia@solocortos.com)
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