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:: Berlín, sinfonía de una gran ciudad

Walther Ruttman, 1927

Del año 1933 datan los primeros ejemplares del cine claramente de propaganda del Tercer Reich con el film La flecha Quex (Hitlerjunge Quex) de Hans Steinhoff donde flamean banderas nazis y la pantalla se inunda de sonidos que anuncian el inminente triunfo del nacionalsocialismo. Este tipo de cine garantizaba la exaltación de los nuevos valores en todos los frentes de batalla. Uno de los cineastas más importantes en el período fue Walther Ruttman que venía incursionando en el cine desde los años de vanguardia, en los años ´20.
Walther Ruttman (1887-1941) nació en Frankfurt, Alemania como pintor y músico. Durante la I Guerra Mundial la vida de millones de personas se vio interrumpida y la de Ruttman no fue la excepción; de hecho sirvió como lugarteniente en el ejército alemán. Hacia el fin de la guerra, se sintió progresivamente insatisfecho con el ambiente de la pintura donde reconocía en su estatismo su problema principal. El pintor puede intentar captar algo de la esencia del movimiento pero, en definitiva, las imágenes quedan atrapadas para siempre. A este planteo se debieron, en cierta forma, sus primeras incursiones en el cine. Fue de los primeros en acceder al cine dogmático de la década del veinte, especialmente con sus Opus cuya primera, Opus I, aparentemente hoy perdida, fue realizada hacia 1917. A pesar de no haber realizado una gran producción en número, sirvió de influencia a artistas como Oskar Fischinger.
Más tarde colaboraría con films de estilo más tradicional. Hacia 1924 colaboró con Fritz Lang en la producción de una secuencia pesadillesca con halcones negros para la saga de los Nibelungos y colaboraría con Lotte Reiniger en los efectos y escenarios de su film de siluetas Las aventuras del príncipe Achmed.
Pero no fue hasta 1927 que le llegaría su verdadero reconocimiento. Con esos antecedentes y fotografía de Karl Freund, Berlín, sinfonía de una gran ciudad (Berlin, Symphonie einer Grosstadt) tomó forma como una auténtica película capaz de captar la esencia del movimiento, describiendo la ciudad desde el alba con los primeros movimientos de los trenes hasta el fin del día donde vuelve la calma.
No fue la primera de las "sinfonías de ciudades" ya que existían obras como Moscú de Kaufman y Kopalin y otros films de Paul Strand y Charles Sheeller. Lo que sí es cierto es que fue la primera que inauguró un estilo. El mismo Ruttman siguió con producciones similares sobre las ciudades de Düsseldorf, Sttutgart y Hamburgo.
En Berlín... el único argumento es el desarrollo de la ciudad en un día y su único protagonista, la misma Berlín. Las personas no sueñan siquiera con alcanzar dicho predominio en la película. En aparente film de observación, el ojo de Ruttman usa a los hombres como accesorios para una minuciosa descripción de la ciudad y todos sus movimientos.
En el primer acto, directamente, los hombres no tienen lugar. Sólo la máquina llena la pantalla con un desenvolvimiento rítmico hasta entrar en la ciudad muy temprano en la mañana. Así comienza el film. Una descripción casi sensual de las partes de un tren que parece no conducir nadie y su inexpugnable fuerza al atravesar inmensas distancias. Y con el avanzar del tren, las líneas telefónicas que forman un entramado casi musical, las vigas de un puente, la armonía perfecta de los rieles que se articulan en movimientos controlados para ir advirtiendo la modificación del paisaje, del campo a la ciudad, de la planicie a la industria en una perfección sincopada. Una vez en la ciudad, las persianas de los negocios se alzan lentamente para dar comienzo a un ritmo diferente. Pero la máquina no pierde su preponderancia, sino que sigue manifestándose con la misma arrolladora arrogancia.
El cine nunca fue mudo en sentido estricto, siempre existían pianistas, orquestas, ruidistas o composiciones específicas como la de Edmund Meisel para Berlín... Lamentablemente, no sólo se lo recuerda por la organización exquisita de sus primeras películas sino también porque, a pesar de haber hecho pública una aparente tendencia de izquierda, también se convirtió en uno de los más importantes realizadores del período nazi, devenido productor de obras como Tanques alemanes (Deutsche Panzer, 1940) sobre la entrada de los alemanes en París pintado como actos de verdadero heroísmo. (1)

Notas:
(1) Paula Croci y Mauricio Kogan, Lesa humanidad. El nazismo en el cine, La Crujía ediciones, Buenos Aires, 1003.


Por Natalia Taccetta (natalia@solocortos.com)
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