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:: Trad. nota de Cahiers du Cinéma Nunca sin mi fútbol

Este artículo formó parte del dossier Filmar el fútbol, Copa del Mundo 98 que publicó la revista especializada Cahiers du cinéma en su N. 526.


Al anuncio de un terremoto en Irán, un adulto y un niño (no me iré sin mi hijo, ya) se apersonan en el lugar del drama. En este principio de “Y la vida continúa” de Abbas Kiarostami, distinguimos, posado en una colina, a un gigantesco emisor-receptor (1) .Las novedades del mundo transitan por ahí y el hombre, al corriente de la tragedia por la radio, acude al lugar. Al final del camino, entre las familias que dejan su pueblo en ruinas, descubre a un hombre sonriente que instala una antena de televisión improvisada para captar la Copa del mundo de 1990. Todo va bien, en la medida en que continúen las imágenes de fútbol.
Inmediatamente después del terremoto, el mundo tiene la mirada puesta en Irán, gracias a la antena gigante, mientras que las personas implicadas en el drama tienen la mirada puesta en su centro del mundo propio, el fútbol, en esos partidos que se juegan entonces en Italia, y que nada puede venir a trastornar.
Algunos años más tarde, pienso todavía en ese hombre de bella sonrisa desconcertante, que imagino feliz delante de su televisor. No solamente puede ver los partidos sino que también, tiene al equipo de Irán en su pantalla. Los jugadores están ahí, en el país, gracias a la imagen retransmitida (la antena del principio), pero están en otra parte, en Francia, donde juegan. ¿Qué hacen cuando no se abandonan a la ocupación que se espera de ellos? Miran televisión. No documentales, lo que son para su país, sino ficción, lo que quieren para ellos. El asunto vino de un film, Jamais son ma fille (No me iré sin mi hija, Brian Gilbert, 1990) programada en M6. Contrariamente a las apariencias, sugeridas por la ambigüedad del título (2) , no se trata de un film erótico de domingo a la noche, sino de una adaptación de un best-seller de Betty Mahmoody, vago refrite doméstico del trauma (el asunto de los rehenes) que sacudió a América del Norte, a través de la historia de una madre y su hija secuestradas en Irán, país natal del esposo y padre respectivamente. A los jugadores no les gustó la película y lo hicieron saber (3) . La Embajada de Irán en Francia, que la había visto venir (buena anticipación del juego del adversario, digamos), obtuvo, a falta de una desprogramación, un comunicado en un tono muy Dossier de l´Ecran que pone en duda la veracidad de los hechos. Lo que chocó por sobretodo en la maniobra, algunos días antes del muy esperado partido Estados Unidos-Irán, es que la tentativa de desestabilización del equipo iraní no se haya hecho con las armas del fútbol sino a través del rodeo de un film de ficción.
Otro instrumento, considerado aún más temible. Hace algunos años, atacantes norteamericanos, no lo suficientemente sostenidos por sus mediocampistas, habían sido amordazados por una sólida defensa iraní (el asunto de los rehenes, en todas las memorias). Algeria, arbitro del asunto que había contribuido a desenredar, recibió como regalo la serie Dallas . Los norteamericanos saben mostrarse generosos cuando quieren que se los quiera. Por su temática, No me iré sin mi hija hace volver lo político, asociado a un pasado siempre vigente, con el fútbol, apreciado en el presente. Efectivamente, se produjo lo inverso. Es el presente del fútbol lo que se impone, reestableciendo lo político a un juego de espejos.
Solamente rechazamos, bajo el efecto de nuestra adhesión a la técnica, la cuestión que siempre se desprende: lo que hace que las imágenes vengan a nosotros(4) . El régimen iraní, indignándose por la difusión del film, mostró que esta cuestión es central para él. Muy rápidamente, desmonto el mecanismo de la t.v.: una grilla de programación, un programador. ¿De dónde viene este film? ¿Qué es lo que viene a hacer ahí, en ese momento preciso? ¿Con qué fin? Enseguida buscamos las respuestas. Llegado el caso, una vez encontradas, decir si el film es bueno o no tiene ya ninguna importancia, comparado al proceso que intimó a estas imágenes a comparecer en las circunstancias dadas, objeto real del análisis. Las autoridades iraníes dieron prueba de una terrible lucidez desde que se trató de comprender lo que las imágenes quieren de la gente que las ve. Es cierto que las personas que tienen como principio desconfiar de las imágenes poseen una creencia exagerada de su poder, en lo cual no se equivocan demasiado.
El equipo de fútbol iraní es bueno y el régimen que lo sostiene, sólido. Este último, que se reserva el rol de guardián del esquema táctico nacional, vio venir al film como a una pelota. Ese tiro poco franco lanzado por el adversario, fue bien analizado. Una falsa pista grosera. La barrera estaba bien ubicada, aún aunque tres jugadores del equipo hayan sido oficialmente tocados por la pelota. Por cierto, el guardián (5) del régimen se hundió, cayó en la trampa enorme que le tendieron, pero reaccionando tan rápido, volvió a colocar la pelota en su lugar, impidiéndole cruzar la línea del arco. Develando demasiado pronto su juego por el intermedio de imágenes de ficción, se corre el riesgo de dejar rastros. Algunos días más tarde, el partido entre los Estados Unidos e Irán (6) , grandeza natural, confirmo este pronostico. Sabemos desde ahora que el que descifra en tiempo real la guerra de imágenes esta en medida de ganar un partido de fútbol.

Notas:
(1) Estación que efectúa emisiones de radio o t.v. (Volver)
(2) Tanto aquí como en el título de la nota la referencia es al título que se le dio en Francia a la película No me iré sin mi hija (Brian Gilbert, 1990).La traducción literal sería Nunca sin mi hija . Sin embargo, la palabra fille en francés puede referirse también a chica, muchacha o prostituta. (Volver)
(3) En Irán, el fútbol es sostenido por el ala moderada, en conflicto con los extremistas. La reacción de indignación de los jugadores, un poco sobreactuada a juzgar por los testigos del asunto (ver el artículo de Jean Hatzfeld en Liberación (diario francés) el 18 de junio de 1998), apunta sin duda a calmar el ala dura del régimen para demostrarles su fervor incorruptible. (Volver)
(4) Pierre Legendre, La otra cara de la pantalla de cine, Dios en el espejo, Estudio sobre la institución de las imágenes, Fayard, 1994, pág. 181. (Volver)
(5) La palabra gardien implica tanto guardián como arquero. En este caso se juega con este doble-sentido.(Volver)
(6) Irán le ganó a los Estados Unidos con el resultado de 2 goles a uno. (Volver)

Por Natalia Weiss (nataliaw@solocortos.com)
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