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:: Hinchada hay una sola

La pasión del hincha nada tiene que ver con las cualidades o defectos del cuadro desde un balance racional. Ya en 1951 Manuel Romero, junto a Discepolín nos lo develan en el film “El hincha”.


Tifosi en Italia, supporter en Francia, torcedor en Brasil, en España, Argentina y Uruguay, hincha. Este último término fue aplicado por primera vez en Montevideo a Prudencio Miguel Reyes, talabartero uruguayo encargado de “hinchar” la pelota de su club preferido, el Nacional de Montevideo. De Uruguay pasó a Argentina y de allí a España.
Manuel Romero (1891-1954) fue uno de esos letristas de tangos que han conseguido numerosos éxitos, perdurables a través del tiempo con sólo recordar estos títulos: "Aquel tapado de armiño", "Buenos Aires", "El rey del cabaret", "El Rosal", "El taita del arrabal", "Estampilla", "Haragán", "La canción de Buenos Aires", "La muchacha del circo", "Nubes de humo", "Patotero sentimental", "Polvorín", "Tiempos viejos", "Tomo y obligo" .
Hijo de andaluces, siendo un adolescente, comenzó su labor periodística en la revista Fray Mocho y en los diarios Crítica y Última Hora. Su personalidad era la del prototipo del porteño y por esa razón, el tango lo llevaba muy adentro. Al igual que Luis César Amadori, el teatro lo ganó de inmediato, así como también las letras de tango. El éxito le llega rápido con los tangos "El taita del arrabal" y "Patotero sentimental" en la voz de Ignacio Corsini. Su primera pieza teatral data de 1919 con la colaboración de Ivo Pelay, se tituló "Teatro breve", a la que siguieron unas ciento ochenta más.
De vuelta en Buenos Aires de su gira internacional, se incorpora a la flamante productora Lumitón", con Enrique Telémaco Susini a la cabeza. Allí comienza su carrera en el cine a partir de "Noches de Buenos Aires", que dirigió y escribió en 1935. En ese film actuaron Tita Merello, Irma Córdoba, Enrique Serrano y Fernando Ochoa. En total suma 53 películas, todas de similares características. Argumentos sencillos y emotivos, que se desarrollan en un ambiente ciudadano. Los personajes típicos eran el galán pobre, la joven enamorada de buena posición económica, el tercero en discordia, un "cajetilla" cínico que pretende a la muchacha, una pareja de apoyo, amigos de uno u otro, siempre desempeñados por actores cómicos -Enrique Serrano, Tito Lusiardo o Sofía Bozán- y tangos, siempre tangos. Siempre una excusa para escucharlos. La misma fórmula a lo largo de toda su carrera.
Filmaba rápidamente, sin mayor cuidado, con el solo afán de terminar y lograr un resultado. Pese a todo, al rechazo de la crítica y del público selecto, Romero creó un estilo, muy apreciado por el espectador sencillo que sólo buscaba conocer a quienes escuchaba por la radio o veía en las revistas.
“El hincha” es la historia del Ñato, un hincha fanático, que preocupado por la amenaza del descenso de categoría del club de sus amores, el “Victoria”, pelea por la incorporación al equipo de su cuñado, un crack en potencia. Para conseguirlo, incluso contra la voluntad del propio jugador, irrumpe en la reunión de la Comisión Directiva del Club reclamando sus derechos como socio, y como hincha ¿qué es un club sin su hinchada, una bolsa vacía? Si somos los que damos todos sin pedir nada a cambio; reflexiona el Ñato y logra convencer a la comisión de su pedido: un jugador de reserva debutará en primera división para tratar de salvar al club. A partir de este logro, el Ñato se encarga de cuidar el estado físico del futuro crack, al mejor estilo bilardista haciéndolo seguir un régimen estricto y suspendiéndole las citas con la novia, entre otras cosas. Finalmente, tanto sacrificio cobra sentido para el Ñato. Suárez se gana el puesto y se convierte en la estrella del equipo. Tanto es su talento que un poderoso de primera, el “Atlántico”, lo quiere en su equipo, y le ofrece un contrato excepcional; pero ya se sabe, no todo lo que brilla es oro. Suárez debe abandonar sus viejos amigos, su noviecita, y la vida de barrio para pasar a ser una estrella. Al principio se niega rotundamente, pero luego la tentación puede con él. Tras dejar plantada a la barra en un banquete en su homenaje, Suárez firma para el Atlántico y abandona el Victoria. Todo el panorama cambia: abandona a su novia Rosita, y al barrio.
El ascenso de Suárez es diametralmente opuesto al fracaso del Victoria. Es más, con un gol de su autoría manda al descenso al club que lo vio nacer.
El Ñato defiende a ultranza a su pollo tratando de justificar los motivos de la traición frente al resto de la hinchada que lo condena. Las actitudes de Suárez están empujadas, obviamente por la femme fatale de la historia, que es quien lo insta a que rechace su pasado y sólo se concentre en ganar más dinero. Ella es una bella y malvada mujer que lo manipula según las órdenes del millonario presidente del Atlántico, su verdadero amante.
Todo termina en el desenmascaramiento de la chica mala de la historia y la recuperación de Suárez en el camino del bien, de la mano del barrio y la banda del Victoria. Suárez viaja a Italia para casarse a su regreso con Rosita, y todo termina bien. Romero se despacha con varios temas alrededor del fútbol para que el espectador avispado lo reciba y el que no, simplemente disfrute la historia del Ñato.
La amenaza de la barra brava al presidente del club, reclamando la incorporación de Suárez, es hecha con una falsa bomba molotov, que ni bien el dirigente da el “sí”, se confiesa que era mentira; la camarilla que planea Varela, la antigua estrella del Victoria para que saquen a Suárez del equipo; la intoxicación inducida por el Ñato a Varela para que pierda su puesto; la coima que le ofrece la hinchada del rival al Ñato para que el Victoria vaya a menos en un partido, los espejitos de colores que el Atlántico le ofrece a Suárez para que deje al Victoria son algunos ejemplos de ello. Cincuenta y dos años más tarde, nadie se sorprende de que esto ya pasara en esa época. En realidad lo que sorprende es esa cuota de ingenuidad con que transcurren los hechos. Es difícil imaginar a los barras bravas del 2003 trajeados y charlando entre ellos, si se piensa en los lamentables últimos actos de violencia ocurridos en el fútbol argentino, que tan incorporados tenemos.
La construcción narrativa del film responde al típico drama de la época, pero al estar conformada por personajes cotidianos y populares, algunas cuestiones están solapadas. Podría pensarse que el mensaje de esta película, como muchas de sus contemporáneas Cuesta abajo (Louis Gasnier, 1934), por ejemplo, es el alto precio de éxito contraponiendo la satisfacción económica y la afectiva. Es una historia repetida, sí, pero la idea de triunfar y perder todo al mismo tiempo es lo que conmueve y moviliza. Aunque se deja ver que el castigo es más fuerte que el placer del éxito, el personaje de barrio común, con aspiraciones sencillas, es quien termina alcanzando la felicidad. Y con el mismo criterio es que en vez de ver al cantante en boga en un nuevo film cantar un éxito, Romero pone jugadas y tiros al arco que haga las veces de un corte o una quebrada.
Incluso, la congoja que sufre el Ñato es real y esperada. No sólo por la interpretación de Discepolín, sino porque el personaje permite que así se lea. Es un hincha y no hay más nada que explicar. Y bien puede decirse que el recorrido del hincha es mostrado en el film como el del héroe en algunas de sus doce etapas: planteo del conflicto, rechazo de la llamada, encuentro con el mentor, cruce del umbral, la prueba, la recompensa, el camino de vuelta, la resurrección y el retorno.
Quizás sea por ello que no es complejo liberar a este personaje de un juicio de valor negativo. Es decir, el Ñato falta al trabajo por ir a alentar a Suárez, incluso siendo el único sostén económico de su familia, obliga a la novia a coquetear con otro hombre, escapa al matrimonio en nombre del fútbol, pero también es capaz de vender lo único que tiene -el terreno de su futura casa- para que su madre pueda operarse en un lugar decente, perdonar a un amigo hasta el hartazgo, y dar todo por sus ideales, aunque simplemente sea un club de fútbol.
Existe otra realidad del hincha que hoy en día se puso muy compleja, y que lejos está de un primer análisis, pero hay cosas del hincha de Romero que aún se mantienen. Y es muy raro pensar que esa relación que tuvieron en aquellos años el cine y el fútbol, en algún momento se rompió. Pero parece que así fue. Sin embargo, algunas cosas llegaron hasta nuestros días: soy hincha desde la cuna; el equipo fue a menos; el barrio lo vio nacer; el potrero es un semillero de cracks, etc.
Tifosi en Italia, supporter en Francia, torcedor en Brasil, en España, Argentina y Uruguay, hincha. En todos los idiomas, inexorablemente, el corazón del hincha es el más golpeado entre todos los corazones que aman. Una enfermedad mortal que no puede curarse. Y se van a quedar en al cancha solo pa’ alentarte.


Filmografía de Manuel Romero
Uéi Paesano (1953)
El patio de la morocha (1951)
El hincha (1951)
Derecho viejo (1951)
Juan Mondiola (1950)
Valentina (1950)
Morir en su ley (1949)
Mujeres que bailan (1949)
Un tropezón cualquiera da en la vida (1949)
La historia del tango (1949)
La Rubia Mireya (1948)
Porteña de corazón (1948)
El tango vuelve a París (1948)
Navidad de los pobres (1947)
Adiós Pampa mía (1946)
El diablo andaba en los choclos (1946)
Hay que casar a Paulina (1944)
La calle Corrientes (1943)
El fabricante de estrellas (1943)
Historia de crímenes (1942)
Ven... mi corazón te llama (1942)
Elvira Fernández, vendedora de tienda (1942)
Una luz en la ventana (1942)
Mi amor eres tú (1941)
El tesoro de la isla Maciel (1941)
Yo quiero ser bataclana (1941)
Un bebé de París (1941)
Luna de miel en Río (1940)
Isabelita (1940)
Los muchachos se divierten (1940)
Carnaval de antaño (1940)
Casamiento en Buenos Aires (1940)
Muchachas que estudian (1939)
Gente bien (1939)
Divorcio en Montevideo (1939)
La modelo y la estrella (1939)
La vida es un tango (1939)
Mujeres que trabajan (1938)
La rubia del camino (1938)
Tres argentinos en París (1938)
La vuelta de Rocha (1937)
Fuera de la ley (1937)
La muchacha del circo (1937)
Los muchachos de antes no usaban gomina (1937)
El cañonero de Giles (1937)
Radio Bar (1936)
Don Quijote del Altillo (1936)
La muchachada de a bordo (1936)
El caballo del pueblo (1935)
Noches de Buenos Aires (1935)


Ficha técnica:
Dirección y guón: Manuel Romero según argumento de Enrique Santos Discépolo y Julio Porter.
Intérpretes: Enrique Santos Discépolo, Diana Maggi, Mario Passano, Lía Durán, Renée Dumas, María Esther Buschiazzo, Vicente Forastieri, Juan José Porta, Mario Faig, Marianito Bauzá, Mario Confletti, Pablo Cumo, Antonio Provitilo, Fausto Pampín, Héctor Casares.
Fotografía: Alberto Etchebehere
Música: Silvio Vernazza
Escenografía: Jorge Beghé
Montaje: Higinio Vecchione
Producción y distribución: ASF *

* Datos extraídos de R. Manrupe / M. A. Portela, Un diccionario de films argentinos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2001.


Por Lara Decuzzi (lara@solocortos.com)
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